Los animales también merecen que les felicites


¿Tienen postales para perros?

-¿Para alguien que se ha comprado una nueva mascota?

-No, no, para el perro en sí.

-Eh…no. Sólo postales para personas.

-Ok, gracias.

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La clienta que me lo pidió, una chica joven aparentemente normal, creo que era consciente de que lo que pedía no era lo más habitual, por así decirlo, pero aún así se fue bastante decepcionada.

Debo admitir que hasta la fecha es lo más raro que me han pedido. No sabía que a un perro le podría hacer ilusión una tarjeta en vez de una buena porción de carne enlatada. Estas situaciones suelen divertirme y me hacen la jornada laboral mucho más entretenida, pero a mis compañeras no tanto. Aún no he hablado de ellas. Empezaré por Giselle, simplemente porque la conocí antes.

¿Qué perro no querría una postal así?


Giselle nació en una isla de Brasil llamada Florianópolis, donde estudió Psicología, y hace cuatro años que vive en Londres. Hasta ahí la normalidad. El resto, todo es peculiar en ella.

A su llegada a la capital británica estudió un máster sobre misticismo y a sus 32 años sigue escribiendo de forma indefinida una tesis sobre el mundo de las ideas y la fantasía. Es algo tan abstracto que me es imposible explicar claramente. Giselle es de una extrañeza entrañable. La primera vez que la vi me encontré con una chica de pelo largo, muy largo, que parecía que llevaba tiempo sin peinar y uñas kilométricas pintadas de colores psicodélicos. Además de un vestuario difícil de definir. Simplemente nada combinaba con nada. Lo que más me sorprendió fue su cara. A pesar de tener una cara aniñada, el grosor del eyeliner negro y el abuso de tabaco mostraba un rostro extremadamente cansado.

Dejando de lado la primera impresión, empezó a caer bien cuando entablamos conversación. Estuvimos un rato hablando en español, idioma que ella había aprendido en Buenos Aires mientras estudiaba un máster sobre psicología. Pero luego pasamos al inglés. Me explicó que su nivel en este idioma no era tan bueno como el mío al principio y por eso tuvo que soportar trabajos muy duros como en la cocina de un restaurante.

Luego entendí porque su gesto siempre era serio y cansado. Es una persona muy pesimista. Me preguntó si me gustaba Londres y yo, que ya llevo un año y medio viviendo en la capital del Támesis, le dije que sí. Pero ella no estaba muy contenta. Desde hace mucho tiempo intentaba salir de la tienda de postales y convertirse en académica, pero no lo conseguía. Pero no era lo único que provocaba su pesar. Me advirtió que Londres es una ciudad que es capaz de matar cualquier ilusión y que los ingleses podían ser muy racistas. Pero personalmente aún no había experimentado ninguna situación desagradable.


Giselle tiene muy mal concepto de los británicos a pesar de tener amigos ingleses e incluso novio londinense. Aunque resultó estar un poco loco y cuando ella quiso dejar la relación estuvo viniendo a la tienda continuamente para verla. Era un acoso en toda regla.


Una de las cosas que menos me gustaban de ella, que al final decidió volver a Brasil hace unos meses, era su humor cambiante. Quizás debido a esas dietas extremas a las que se sometía para adelgazar sin control. Nunca sabías por donde te iba a salir. Fácilmente te podía contagiar su mal humor y su pesimismo. Un día me encontraba un poco cansada porque no había dormido bien y lo que me respondió fue: “Londres ya te ha atrapado”.

Comentarios

  1. Qué barbaridad!! Está claro que es muy interesante estas observaciones que hacemos de las personas para aprender en positivo, y no dejarse arrastrar por esas conductas tan negativas.
    Tendrás que decirle a tus jefes que tengan postales para regalar a sus mascotas.
    Me encanta tu artículo

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