Cuando la amabilidad brilla por su ausencia


-Tienen “eighteen keys” (intraducible)

-¿Perdón?

-“Eightenn key” (lo repite de nuevo con tono de hastío)

-Mmm…creo que no.

-¿No sabes de lo qué te estoy hablando, no?- Pregunta con aire entre enfadado y de superioridad.

-No, no es eso, es que no me suena que vendamos eso.

-Vale, vale déjalo me voy. Adiós.
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A veces, y a mi pesar, he de darle la razón a Giselle con relación a los británicos. De tanto en tanto, puedes encontrar clientes muy, muy desagradables. Sobre todo cuando no entiendes lo que buscan. Como española a veces me es complicado entender algunos términos o costumbres propiamente británicas. Como el Eighteen key, una llave que se regala al cumplir 18 años.

Quizás esta es una de las partes más desagradables del trabajo. Yo simplemente no les doy importancia, pero Valentina, mi otra compañera mientras trabajaba en Hammersmith, no tiene paciencia. Pero a ella no le gusta nada en general. Supongo que esa es una de las razones por las que dejó el trabajo. Aunque no sé si está, actualmente, en la mejor de las situaciones. Hace poco vino a visitarme a la tienda. Me contó que estaba por la zona porque tenía una entrevista para ser recepcionista en un salón de bronceado. Lleva desde diciembre buscando trabajo y sólo cobra 240 libras de paro. Espero que le haya ido bien. Aunque con su carácter lo veo complicado.

Hay clientes que merecen que les digas eso y más. Un poco a lo Aaron Paul de Breaking bad.



Valentina es una treintañera de Florencia que llegó a Londres hace ya tres años. Tras trabajar al principio en una crepería, encontró trabajo en la tienda de postales. Desde que la conocí creo que no ha dicho nada bueno de Londres. Que si todos son unos maleducados, que si el sueldo de dependienta es una basura, que si el tiempo es horrible, etc. En  un momento dado le pregunté  por qué no volvía a Italia. Simplemente me respondió que allí no había nada que hacer y que no soportaba a los hombres italianos  ya que según ella ”siempre tienes que estar pendiente de ellos como si fueran niños”. Supongo que por eso sale con un británico que ella misma dice “es muy feo”. Entonces le pregunté si se quedaría a vivir en la ciudad del Támesis para siempre. Simplemente me contestó: nunca.

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