Cuando el menor es parte de la información

La protección de los menores en los medios de comunicación es un debate abierto  que todavía parece no tener visos de resolverse pronto. Ya que, la cuestión de cómo proteger a los menores cuando son protagonistas de algunas informaciones, evoluciona de forma paralela a la sociedad. Pues sólo el mero hecho de considerar que es ser “menor de edad” ha cambiado a lo largo de la historia. Actualmente se tiene más consciencia de la infancia y de la protección de los niños para su óptimo desarrollo mental y físico. Lo que incluso puede caer, inconscientemente, en una sobreprotección del menor. Lo cual no quiere decir que esta sobreprotección tenga lugar en los medios. En España el sensacionalismo y el afán por conseguir la exclusiva han provocado que los medios, sobre todo televisivos, hayan pasado por alto los derechos de los menores. 

El caso de Marta del Castillo, una joven sevillana de 17 años desaparecida en el año 2009, es un claro ejemplo del uso sensacionalista de los menores. La presencia de la adolescente novia, de 14 años de edad, del presunto asesino de la desaparecida en los platós de Telecinco, volvió abrir un encarnizado debate sobre la presencia de menores en televisión, y sobre su conveniencia en aparecer como testimonios en programas de televisión A pesar de que ella estuviera de acuerdo en salir en televisión, y la madre hubiera dado su consentimiento, e incluso estuviera junto a ella durante las entrevistas, no justifica su presencia en un plató. El periodista, y conductor del programa, debería haberse negado con  rotundidad a realizar cualquier entrevista a la menor. Su corta edad y su inexperiencia ante las cámaras le impedía sopesar las consecuencias: el acoso mediático. Sin contar que en un futuro, cabría la posibilidad de que se avergonzara de sus declaraciones y de su participación en todo ese circo televisivo. 

El sensacionalismo, pues, es uno de los problemas que se debe atajar para evitar que el menor salga perjudicado en los medios. El periodista, es el último responsable a la hora de decidir si un menor ha de aparecer en un plató de televisión o si una fotografía donde aparece un menor no va a perjudicarle, ni en la actualidad ni en el futuro. Ya que el periodista sí es consciente, a diferencia de los padres o tutores, de lo que conlleva salir en los medios y de las posibles consecuencias negativas que podrían afectar al menor en su normal desarrollo y socialización. Los numerosos códigos deontológicos periodísticos, y libros de estilos de diarios o televisiones, que existen en España se han preocupado por  incluir apartados que hacen referencia a la protección de los menores. Así, el Código deontológico de Catalunya indica que hay que “tratar con especial cuidado toda información que afecte a menores. Evitando difundir su identificación cuando aparezcan como víctimas, testigos o inculpados en causas criminales, sobre todo en asuntos de especial trascendencia social (…)". El código de la Federación de Asociaciones de la prensa de España (FAPE) dice que “el periodista deberá abstenerse de entrevistar, fotografiar o grabar a los menores de edad sobre temas relacionados con actividades delictivas”. 

Es importante proteger al menor cuando se ve involucrado en un delito para que en ningún momento se sienta estigmatizado por la sociedad. Pero no sólo en estos casos  debería estar especialmente protegido, sino también en cualquier situación en la que su imagen pudiera quedar perjudicada. Es por ello que, a pesar de estos códigos, falta todavía algo más de concienciación por parte de los periodistas sobre su vital labor como valedor de los derechos de los menores en los medios de comunicación.

Niños regresan a sus casas tras las inundaciones en Pakistán (el desenfoque es elaboración propia). Fuente: lavanguardia.es


No sólo en la información nacional, sino también en la información relacionada con menores de otros países. La consciencia de protección del menor disminuye cuando las fotografías o imágenes son de niños o adolescentes que viven en otros países y en situaciones difíciles sobre todo tras catástrofes naturales como las inundaciones en Pakistán o el terremoto en Haití del pasado año. La sensación de lejanía, de que nadie se quejará por el contenido de la fotografía o imagen, y el interés por mostrar la crítica situación de aquellas regiones puede hacer olvidar al periodista que en esos momentos, y quizás con más importancia, han de intentar que la imagen de los menores no salga dañada.
Es importante que los códigos deontológicos incluyan apartados que expresamente intentan limitar la aparición de menores en los medios. Pero el primer paso para que ello se cumpla, es que el periodista renuncie al sensacionalismo, y a una buena exclusiva, en aras de la protección del menor.

(Artículo escrito para la asignatura Deontología y análisis de la actualidad)

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